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LA SOMBRA DEL QUEBRACHO
Por: Ernesto Rivarola
Ser útil le costó la vida.
Santiago del Estero, Santa Fe, Corrientes y Chaco vieron nacer y morir pueblos enteros al compás de las hachas.
Después, el quiebrahachas mató al hachero, porque fue desapareciendo.
El quebracho colorado es una especie forestal típica que cubría gran parte de la región chaqueña y que está indisolublemente ligada a la historia de esta región y sus asentamientos.
Por la dureza de su madera, se ganó el nombre de quiebrahachas y, junto a otras especies de similares características conforman los particulares y casi únicos en el mundo bosques de maderas duras de la región.
Dado que la primera actividad económica de la región fue forestal, desde el año 1850, miles de toneladas de madera dura fueron extraídas para la fabricación de muebles, durmientes para vías férreas, postes, adoquines, viviendas o simplemente leña.
Mientras abundaron los ejemplares de valor en el monte chaqueño, la actividad generó prosperidad, pero a medida que estos desaparecían, los obrajes fueron retirándose, dejando a sus espaldas pobreza y devastación.
Así, el monte, el hachero y el obraje conformaron una trilogía inseparable, cada uno con sus historias llenas de anécdotas donde se entremezclan alegrías, tristezas, esfuerzo y trabajo. El monte con sus majestuosos árboles sirve de marco al obraje y en medio de este paisaje sobresale la figura del hachero como un héroe ignorado.
El hachero era el nervio motor de los obrajes porque, simplemente, conocía los secretos del monte y sabía donde se encontraban los mejores ejemplares.
Pero más allá de esa cualidad su vida estaba repleta de necesidades, confiando sólo en su fuerza para conseguir el sustento diario y, muchas veces, a pesar de largas horas de durísimo trabajo, no conseguía ni lo mínimo para vivir.
El monte se transformó para él en una gran prisión sin alambrados ni rejas. No había caminos por ser regiones inhóspitas, por lo tanto le resultaba muy difícil salir del obraje y llegar al pueblo más cercano para comprar las mercaderías indispensables para sobrevivir junto a su familia. Por esta razón debía aceptar los famosos vales de obraje, que eran la moneda que impusieron los grandes establecimientos madereros y que circularon hasta el año 1925.
Los abusos y excesos en cuanto a los precios de las mercaderías que se cobraban en el obraje eran moneda corriente y los proveedores se volvieron ricos, dejando al trabajador con una deuda que nunca terminaba de pagar.
En esa época, un obrero de monte, como se los llamaba, con una jornada de diez horas ganaba al mes entre 24 y 40 pesos. Para hacer una comparación, los maestros santafesinos que por entonces eran los peor remunerados, ganaban 130 pesos al mes.
Esta situación originó las huelgas y luchas sindicales que, a principios de la década del 20 en la provincia de Santa Fe protagonizaron los obreros de La Forestal, cuyos sangrientos desenlaces quedaron registrados en la historia negra que vivió la Argentina.
La explotación forestal y la industria del tanino mantuvieron el mismo sistema extractivo; y con el fin de obtener los distintos rubros forestales para satisfacer las demandas de las fábricas de tanino europeas, que tuvieron su auge con la iniciación de la primera guerra mundial, se instalaron en la región gran cantidad de fábricas de extracto de quebracho.
Los obrajes en medio del monte, auxiliados por el río y el ferrocarril, sacaban los rollizos en primitivos carros llamados cachapés, tirados por bueyes a través de picadas abiertas en los montes.
Esta actividad exterminadora, donde el bosque no fue considerado como un recurso renovable, y donde las masas forestales fueron explotadas intensamente con carácter selectivo, fue una empresa exenta de escrúpulos, individualista y expoliadora de los recursos naturales, de los cuales se nutrió, pero no repuso.
Esta triste historia de explotación del medio ambiente y del hombre por el hombre, ambas amparadas en la falta de visión de quienes no supieron o no quisieron proteger ni a uno ni a otro, estuvo a punto de exterminar en poco más de medio siglo, lo que a la naturaleza le llevó miles de años acumular.
Como conclusión podemos decir que hoy hay reglas claras, que se pueden mejorar, pero que nos indican cuándo se puede y cuándo no utilizar cada ejemplar de quebracho. También sabemos que el quebracho se puede forestar, y se está desarrollando en viveros de plantines.
Nos queda el futuro, para seguir trabajando y mejorando sobre las bases de las leyes que tenemos, para evitar que la historia se repita, para hacer más efectivos los controles sobre el uso y la reforestación del quebracho colorado y de tantas otras especies en riesgo.
Todo esto a la sombra de esta maravilla que la naturaleza sólo prodigó a la región chaqueña, el árbol de hierro, el quebracho colorado.
TANINO
Tanino es el nombre común aplicado a varios productos vegetales obtenidos de diversas plantas y utilizados en la industria del curtido del cuero.
Los taninos tienen un ligero olor característico y un color que va desde el amarillo al castaño oscuro. Todos tienen un sabor amargo y son astringentes. Se emplean como mordientes para la aplicación de tintes en tejidos, aprestos para papeles o sedas y coagulantes de gomas. Las propiedades de precipitación de los taninos se utilizan para clarear o limpiar vinos y cervezas.
UNA COMPAÑIA, 10.000 HISTORIAS
La Forestal, una compañía inglesa dedicada a la explotación del quebracho colorado, estuvo radicada más de medio siglo en el chaco santafesino. Sus actividades empezaron en la primera década del siglo pasado. Según algunos historiadores, cuando en 1960 liquidó sus propiedades para irse a Sudáfrica, dejó un páramo de un millón de hectáreas incultivables, varios pueblos fantasmas y cientos de cruces anónimas en los cementerios.
La empresa llegó a emplear a 10.000 hombres, que trabajaban hasta doce horas diarias. Les pagaba con vales o moneda propia. Los que mandaban eran extranjeros.
Tenía un cuerpo de gendarmería propio, los Cardenales, financiada por la propia empresa y armada y uniformada por el gobierno provincial del gobernador Enrique Mosca quien sería luego candidato a vicepresidente por la Unión Democrática en 1945.
Los Cardenales fueron los que se encargaron de masacrar a familias enteras durante las huelgas que comenzaron en 1919.
Unas manos que hachan un quebracho, rostros famélicos y pies descalzos, son las imágenes que inmortalizó la película que Ricardo Wulicher, con libro de José María Paolantonio, estrenó en 1974. Quebracho cuenta la historia de La Forestal y la de esas miles de familias que se quedaron sin pan.
La Forestal quedó inscripta en la historia negra del país por talar cientos de miles de hectáreas, y también por la crueldad con que reprimió las huelgas obreras.
UN ESTADO DENTRO DEL ESTADO
Esta empresa resultó ser un gran negocio para sus múltiples dueños que contaba con ferrocarriles, puertos propios y pagaban a sus vapuleados trabajadores con vales que éstos a su vez debían de canjear en los almacenes de la mismísima empresa.
El caso alegórico fue de Aniceto Barrientos de Villa Ana (Santa Fe) que, durante su vida de asalariado en la empresa, fue contabilizando cuántas veces recibía el mismo vale con el mismo número y llevando la anotación en un cuaderno... lo registró 137 veces.
AL COMPÁS DE LAS HACHAS
Como a ningún otro árbol, ser útil le costó la vida al quebracho. Santiago del Estero, Santa Fe, Corrientes, Chaco y Formosa vieron nacer y morir, en apenas un siglo, pueblos enteros al compás de las hachas. Después, el quiebrahachas mató al hachero, porque fue desapareciendo.
Nobleza pura, crecía esbelto y corpulento en los extensos bosques secos de la región chaqueña, dominándola con la fuerza de su presencia extendida.
Alzaba su figura a más de 20 metros por sobre el matorral cerrado, una copa abierta, de hojas pequeñas para defenderse del sol abrasador y de los calores de 47 grados. Decir quebracho es decir Chaco.
No hay madera como la del quebracho colorado santiagueño: es la más dura y pesada, no se pudre, da más calor que ninguna cuando arde, y contiene mucho tanino, la sustancia que lo condenó.
Daba tanto y tan bueno, que lo declararon Árbol Forestal Nacional, como si con eso le aseguraran la vida. Curiosa paradoja: estaban anunciando su muerte, porque nadie se ocupó de sembrarlo en el lugar de donde lo talaron.
"Cuando se silenciaron los obrajes llegó el algodón, y cuando se terminó el algodón, las vacas y las cabras.
Muy poco después, el desierto. Lo que quedó inamovible fue la pobreza.
Los fantasmas de la expoliación aún rondan en los antiguos quebrachales.
El nombre de La Forestal sigue doliendo en Santa Fe, y el nombre del quebracho evoca un maleficio.
Nosotros convertimos en miseria la abundancia y en mezquindad a lo pródigo.
Monte fuerte, madera, árbol puro, de nosotros depende que el maleficio se rompa, por la sombra del quebracho".
Antonio Tarragó Ros
DECRETOS
El quebracho colorado chaqueño fue declarado Árbol Forestal Nacional por el decreto Nº 15.190 del 21 de agosto de 1956 y Árbol Provincial en la provincia del Chaco por decreto Nº 346 del 20 de mayo de 1996.
SUEÑO DEL HACHERO
Cuando la noche lo vence
y olvida lo que no sueña
sueña el hachero que tala
el árbol de su pobreza.
Pero al despertar, el alba
le vuelve el sueño al revés
el hacha rota en el suelo
y el árbol siempre de pie.
Aledo Luis Meloni