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BRUJAS DE ENTRECASA
EL FOLKLORE Y LA MEDICINA
Adaptación: Ernesto Rivarola
Si alguna vez sufriste un malestar repentino e inexplicable, si tu hijo no dormía bien de noche y ya no sabías qué hacer, si por alguno de esos motivos y buscando alivio, acudiste a una persona que curaba con métodos no científicos, entonces, participaste de una práctica misteriosa tan antigua como la humanidad: la curandería.
Sus protagonistas, los curanderos, son según varios diccionarios, personas que hacen de médico sin serlo y usan, con fines curativos, técnicas o medicinas distintas de las recomendadas por la medicina científica. Individuos que usan la magia o procedimientos parecidos para curar, brujo, hechicero.
De allí, es innegable que ellos ayudan a otras personas a recuperar la salud, ya sea física o mental, mediante lo que se considera una intervención sobrenatural.
Su práctica se diferencia de la medicina científica porque esta última trata enfermedades con métodos específicos desarrollados a través de la observación y la investigación.
También se aparta de la medicina a "aunque la curandería suele emplear hierbas y productos naturales" porque el curandero suele estar revestido de una cierta autoridad religiosa o, por lo menos, espiritual. Otra diferencia con las citadas prácticas es la variedad de males que son tratados por los curanderos.
Todo esto nos recuerda que el verbo curare en latín significa, más que curar, cuidar; y que los curanderos, depositarios de la sabiduría popular, consideran a la enfermedad como un trastorno integral del individuo y no sólo del cuerpo.
La medicina casera como tradición fue cambiando con el tiempo. Hace 40 o 50 años, según la práctica popular, el remedio para casi todos los males era una buena limpieza intestinal.
Algunos recordarán, sobre todo por el sabor, la leche de magnesia Phillips (laxante y antiácido), la limonada Roge (purgante natural), el aceite de castor y el aceite de hígado de bacalao (también usados como laxantes).
Estos remedios eran infaltables en el botiquín de cualquier hogar y solían encontrarse junto a los temibles supositorios y variados adminículos para aplicar enemas.
Es que los saberes sobre los males del cuerpo y cómo sanarlos, afortunadamente fueron cambiando. Pero, como dicen los especialistas: en todas las familias nunca faltará alguien que sepa cómo curar determinados males.
Desde el empacho o el mal de ojo, que no existen como tales para la medicina convencional, hasta afecciones comunes como la tos o la fiebre encuentran remedio en casa. Son saberes populares milenarios que se van transmitiendo en forma oral. En las zonas rurales estas prácticas son más intensas, pero en las ciudades también se usan.
Vómitos y diarrea pueden ser el anuncio de un empacho y el dolor de cabeza, de un mal de ojo.
Los yuyos y hierbas medicinales se utilizan con bastante frecuencia. El uso cuidadoso puede ser beneficioso en algunos casos y tener pocos efectos colaterales, pero hay que tener en cuenta la posibilidad de intoxicación, ya que en un niño pequeño la diferencia entre lo terapéutico y lo tóxico es mínima.
Lo cierto es que no son fórmulas mágicas, y no por ser naturales son inocuas. De hecho muchos remedios farmacéuticos tienen su origen en los principios activos de las hierbas. Son efectivas, pero hay que saber usarlas.
Vamos a mencionar algunas de las dolencias más conocidas y sus respectivos tratamientos populares (hay infinitas variantes) no como guía para realizarlas, sino como recordatorio anecdótico, haciendo especial mención en el mal de ojo, ya que es una de las afecciones más temidas según el saber popular.
Verrugas: son un problema de la piel producido por el virus HPV, pueden salir en cualquier parte pero por lo general aparecen en las manos, los pies o la cara. Hay varias creencias populares para curarlas y una de ellas afirma que se irán si se recita el siguiente verso:
"Allá van dos encima de uno; pasá verruga, para el pie de alguno".
Otras versiones indican que, se debe agarrar un grano de sal gruesa y hacer una cruz sobre cada una de las verrugas existentes. Luego se envuelven en un papel junto con una moneda todos los granos de sal que correspondieron a las verrugas y se tira el envoltorio en el cruce de una calle sin mirar para atrás diciendo:
"Verruguitas traigo, verruguitas vendo, aquí las dejo y salgo corriendo".
También recomiendan atar en un pañuelo tantos granos de maíz como verrugas se tengan, y arrojarlo después dentro de una cueva de vizcacha, regresando al rancho (o departamento) sin mirar hacia atrás.
Otra versión indica quemar la punta de un palito de yerba y colocarlo sobre la verruga, después de varias aplicaciones, la verruga tendrá que desaparecer.
Sabañones: son alteraciones de nuestra piel como consecuencia del frío. Estas pequeñas hinchazones de color rojizo suelen aparecer con mayor asiduidad en los dedos de las manos y de los pies, aunque en ocasiones también pueden aparecer en otras zonas del cuerpo. Para curarlos se recomienda, bien de madrugada, tras alguna helada blanca, meter pies y manos en la escarcha y dejarlos un rato.
Empacho: la persona que lo padece no come, tiene malestar general, sobre todo estomacal; puede tener náuseas, dolor de cabeza, sudor frío, palidez, etc. Uno de los tantos procedimientos de curación consiste en aplicar sobre el estómago del enfermo dos pichones de paloma recién muertos cuya sangre se derrama sobre la zona mientras se recitan ciertas palabras secretas.
También se cura el empacho con agua del rescoldo puesta al sereno, que debe ser bebida de a sorbos, o aplicando sobre el estómago un parche hecho con pequeños rollos de masa remojados en vino.
Por otro lado, existe también la tradicional tirada de cuerito y la no menos conocida medida con la cinta, la que sólo puede ser realizada por expertos, ya que es una tradición heredada, y su secreto no puede ser difundido a cualquiera.
Culebrilla: la gran mayoría sabe su nombre y dicen que es un herpes o un virus. También se piensa que puede contagiarse en el césped o el pasto. Se produce una erupción en forma de víbora o culebra, que rodea al cuerpo, juntándose en mortal abrazo.
Para curarlo hay que pasar por la afección alguna preparación con colorante, pura o diluida, por lo general tinta china, a veces con una pluma de ave.
Un viejo método era pasar un sapo sobre las ronchas tantas veces como fuera necesario hasta absorber la totalidad del veneno; o una medalla religiosa de oro (generalmente la medalla milagrosa) mientras se reza una oración.
Otra variante para realizar la cura es tomar un jarro con un poco de agua y agarrar tres ramitas mientras se recita la siguiente oración tres veces por día durante tres días:
"Yo iba por un caminito, me encontré con San Pablo, me preguntó que tenía, contesté que era culebrilla, ¿con qué se curaría? Respondió San Pablo: con agua de la fuente y rama de ....... (nombre del enfermo). "
Mal de ojo: se le llama al daño que una persona puede ocasionar sobre otra con sólo mirarla; se dice que tiene mirada fuerte y lo hace sin mala intención.
Estas personas pueden cortar el dulce de leche, la crema y la mayonesa con sólo mirarlas mientras las están haciendo. Desde la antigüedad, el llamado mal de ojo es algo más que una superstición. Es una fuerza negativa capaz de causar enfermedades y desgracias.
El mal de ojo es una práctica tan antigua como la humanidad, y aunque algunos la consideran propia de lugares atrasados y gentes incultas, la verdad es que existe aquí y ahora, en la sociedad moderna, ajena a escépticos y detractores, que al no encontrar una explicación racional convincente niegan su existencia.
El amor, el miedo, el temor, todas las emociones humanas son expresadas por la mirada, por esa razón se considera a los ojos las ventanas del espíritu interior (el alma), y siempre han sido un objeto de especial singularidad.
Cuando un ambiente está cargado negativamente, ocurren en el lugar sucesos que no podemos explicar. Las plantas se secan, los animales se enferman, los seres humanos experimentan síntomas como excesivo cansancio, falta de energía, nerviosismo, etc.
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Se sabe que los niños son mucho más propensos que los adultos a ser víctimas del temible mal de ojo.
Los síntomas que indican que una persona ha sido ojeada son falta de vitalidad, decaimiento general, ojos tristes y llorosos, apatía, desgano, desanimo, tristeza. En algunos casos, fiebre inexplicable, bostezar durante todo el día, estar de mal humor, no tener ganas de hacer nada, sufrir ciertas molestias físicas.
El que ojea puede ser una buena persona, pero de mirada demasiado fuerte. En este caso, puede ojearnos sin darse cuenta o sin querer; o una persona de mirada común, pero fuerte personalidad y no muy buenas intenciones.
Hay varios métodos de curación pero mencionaremos los más importantes: para librar a los niños del mal de ojo es conveniente colgar del cuello o de una de las muñecas del pequeño, algún amuleto que simbolice burla, como los clásicos cuernitos o manitos en forma de puño de color rojo, aunque también suele colocarse como método de protección solamente una cinta roja atada a la muñeca.
Dicen quienes se encargan de curar este mal que a las personas que dan el mal de ojo hay que distraerles la mirada y para ello el color rojo es lo indicado.
Otro método indica escribir en un papel lo siguiente:
"Para que mis enemigos visibles o invisibles, se olviden de mí y de mi persona", colocar el papel en un vaso con agua hasta que lo cubra y seguidamente introducirlo en el fondo del congelador.
Cuando el contenido se haga hielo, darlo vuelta dejándolo en el mismo sitio. Así se conseguirá protección y parar los ataques de estas personas.
Para curar mediante el método del huevo, la persona a limpiar deberá quedarse en ropa interior y acostarse en una cama, boca arriba y con los ojos cerrados.
Concentrado en en pensamientos positivos, el sanador agarra el huevo y lo pasa (sin romperlo) por todo el cuerpo del afectado, como si fuera una piedra, mientras reza alguna oración.
Después rompe el huevo y vacía su contenido en el vaso con agua: si aparecen hilillos, ramificaciones o burbujas; es que la persona tenía mala vibra o mal de ojo, y el huevo ha absorbido el daño.
Hay que repetir el hechizo una vez por semana, hasta que la clara del huevo salga completamente transparente.
Es cierto que hay muchas enfermedades a las que la medicina científica no puede encontrarle causas ni curas y si además tenemos en cuenta que muchas son provocadas por sugestión y que a veces el enfermo sólo necesita un poco de atención y de conversación para recuperarse, podemos concluir que algunas personas acuden al curandero como alternativa válida para hacer terapia y, de este modo, encontrar ayuda para salir de pozos depresivos, trastornos obsesivos e, incluso, adicciones.
Todo esto demuestra lo importante de la fe y la confianza para lograr el bienestar y, podríamos afirmar incluso, la felicidad.
Seguramente, si se puede creer en la fuerza sobrenatural de unas hierbas o de una palabra susurrada...
¿Cómo no creer en nuestra propia voluntad para curarnos?
Seguramente conocerás otros tratamientos, si querés, podés compartirlos con nosotros....
Los síntomas que indican que una persona ha sido ojeada son falta de vitalidad, decaimiento general, ojos tristes y llorosos, apatía, desgano, desanimo, tristeza. En algunos casos, fiebre inexplicable, bostezar durante todo el día, estar de mal humor, no tener ganas de hacer nada, sufrir ciertas molestias físicas.
El que ojea puede ser una buena persona, pero de mirada demasiado fuerte. En este caso, puede ojearnos sin darse cuenta o sin querer; o una persona de mirada común, pero fuerte personalidad y no muy buenas intenciones.
Hay varios métodos de curación pero mencionaremos los más importantes: para librar a los niños del mal de ojo es conveniente colgar del cuello o de una de las muñecas del pequeño, algún amuleto que simbolice burla, como los clásicos cuernitos o manitos en forma de puño de color rojo, aunque también suele colocarse como método de protección solamente una cinta roja atada a la muñeca.
Dicen quienes se encargan de curar este mal que a las personas que dan el mal de ojo hay que distraerles la mirada y para ello el color rojo es lo indicado.
Otro método indica escribir en un papel lo siguiente:
"Para que mis enemigos visibles o invisibles, se olviden de mí y de mi persona", colocar el papel en un vaso con agua hasta que lo cubra y seguidamente introducirlo en el fondo del congelador.
Cuando el contenido se haga hielo, darlo vuelta dejándolo en el mismo sitio. Así se conseguirá protección y parar los ataques de estas personas.
Para curar mediante el método del huevo, la persona a limpiar deberá quedarse en ropa interior y acostarse en una cama, boca arriba y con los ojos cerrados.
Concentrado en en pensamientos positivos, el sanador agarra el huevo y lo pasa (sin romperlo) por todo el cuerpo del afectado, como si fuera una piedra, mientras reza alguna oración.
Después rompe el huevo y vacía su contenido en el vaso con agua: si aparecen hilillos, ramificaciones o burbujas; es que la persona tenía mala vibra o mal de ojo, y el huevo ha absorbido el daño.
Hay que repetir el hechizo una vez por semana, hasta que la clara del huevo salga completamente transparente.
Es cierto que hay muchas enfermedades a las que la medicina científica no puede encontrarle causas ni curas y si además tenemos en cuenta que muchas son provocadas por sugestión y que a veces el enfermo sólo necesita un poco de atención y de conversación para recuperarse, podemos concluir que algunas personas acuden al curandero como alternativa válida para hacer terapia y, de este modo, encontrar ayuda para salir de pozos depresivos, trastornos obsesivos e, incluso, adicciones.
Todo esto demuestra lo importante de la fe y la confianza para lograr el bienestar y, podríamos afirmar incluso, la felicidad.
Seguramente, si se puede creer en la fuerza sobrenatural de unas hierbas o de una palabra susurrada...
¿Cómo no creer en nuestra propia voluntad para curarnos?
Seguramente conocerás otros tratamientos, si querés, podés compartirlos con nosotros....